La profunda crisis económica y social que azotó a Argentina entre 2001 y 2002 tuvo consecuencias devastadoras en múltiples aspectos de la vida nacional, incluyendo el sistema monetario. Ante la restricción de liquidez, el colapso del sistema bancario y la desconfianza generalizada en el peso convertible, varias provincias argentinas se vieron obligadas a emitir sus propias cuasimonedas o bonos de cancelación de deuda, popularmente conocidas como “patacones” o “lecop”.
Estas emisiones provinciales surgieron como una respuesta desesperada a la falta de efectivo y a la necesidad de mantener cierto nivel de actividad económica a nivel local. Los gobiernos provinciales, imposibilitados de acceder a fondos nacionales o de obtener financiamiento tradicional, comenzaron a emitir estos títulos de deuda que eran aceptados como medio de pago en comercios y para el pago de salarios de empleados públicos dentro de sus respectivas jurisdicciones.

La provincia de Buenos Aires fue pionera con la emisión del Patacón (Bono de Cancelación de Deuda), que rápidamente se convirtió en la cuasimoneda más difundida y de mayor circulación. Le siguieron otras provincias como Córdoba con el Lecor (Letra de Cancelación de Obligaciones de la Provincia de Córdoba), Entre Ríos con el Federal, Mendoza con el Petrobono, y muchas otras que adoptaron denominaciones y diseños propios.
Patacon cuasimoneda de la provincia de Buenos Aires
Estas monedas provinciales presentaban una gran diversidad en cuanto a diseño, denominaciones y mecanismos de aceptación. Si bien buscaban facilitar las transacciones a nivel local, su valor fluctuaba y generalmente se depreciaba con respecto al peso convertible y al dólar estadounidense. Esto generaba incertidumbre y dificultades para los comerciantes y los ciudadanos.
La aceptación de los patacones no siempre fue uniforme. Si bien muchos comercios se vieron obligados a aceptarlos para poder seguir operando, otros se resistían debido a la incertidumbre sobre su valor futuro y la dificultad para canjearlos por pesos. Esto generó un sistema monetario paralelo y fragmentado, con diferentes valores de cambio según la provincia y la confianza en la solvencia del gobierno emisor.
Cuasimonedas de las diferentes provincias
El Estado Nacional, si bien inicialmente toleró la emisión de estas cuasimonedas como una medida de emergencia, intentó posteriormente regular su circulación y establecer mecanismos para su paulatina absorción. Sin embargo, la coexistencia del peso convertible con estas monedas provinciales generó distorsiones en la economía y dificultó la recuperación de la confianza en el sistema monetario nacional.
La existencia de los patacones y otras monedas provinciales fue un claro síntoma de la profunda crisis institucional y económica que atravesaba el país. Estas emisiones reflejaban la incapacidad del gobierno nacional para garantizar la liquidez y la estabilidad del peso, obligando a las provincias a buscar soluciones alternativas para mantener funcionando sus economías locales.

Con la gradual recuperación económica posterior a 2002, el gobierno nacional implementó políticas para retirar de circulación estas cuasimonedas. A través de canjes y mecanismos de absorción, los patacones y otras monedas provinciales fueron siendo reemplazados por pesos, marcando el fin de este peculiar episodio en la historia monetaria argentina.